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8 de marzo 2022

A todas las mujeres víctimas de la guerra de Putin.

A las mujeres ucranianas, a las que huyen, a las que mueren en falsas treguas.

A Polina, la niña del mechón rosa asesinada en una calle de Kiev.

A Mia que nació en el metro bajo los bombardeos.

A las madres rusas que denuncian: “Nuestros hijos enviados a la guerra por engaño”.

A Yelena, superviviente de los nazis, detenida mientras se manifestaba contra la guerra en San Petersburgo.

A las mujeres ausentes en las mesas donde se decide la guerra y donde se pretende buscar un acuerdo, pero presentes donde se sufre.

A las mujeres que, de ambos bandos, combaten con las manos desnudas los ultrajes de la guerra, sólo con la fuerza del amor y de la vida.