Shaden Gardood, música y cantante sudanesa, murió el pasado 12 de mayo por un proyectil de mortero. La artista se encuentra entre las más de 800 víctimas del fuego cruzado entre el ejército sudanés y las fuerzas paramilitares que se enfrentan desde hace un mes sin cuartel.
Choques violentos han atenazado Omdurman, la ciudad gemela de Jartum ubicada al otro lado del Nilo, con lanzamientos de granadas y armas pesadas que alcanzaron el vecindario de Hashmab y la casa, ubicada no lejos del edificio público de la radio y televisión nacional, donde vivía la familia de Shaden. Ilesos los demás miembros de la unidad familiar de la cantante, aunque estén en estado de shock.
Una de sus mejores amigas, Dalia al-Ruby, exponente de la alta sociedad sudanesa, relata los últimos días de vida de Shaden: «Era valiente y rebosaba vitalidad a sus 37 años. Se había convertido en una de las cantantes más populares del país. Fue una cantautora de los derechos humanos en una realidad que lucha por transitar hacia la democracia desde hace más de 30 años de dictadura.”
A través de su música, Shaden promovía la paz y llevó la cultura de su comunidad baggara, marginada durante mucho tiempo, a todo el país.
Dalia continúa: “En los últimos días Shaden estaba aterrorizada, como todos los que vivimos atrincherados en casa. No había salido de su casa desde el inicio de los bombardeos y pasaba las jornadas con su hijo Hamoudy, su hermana y su madre, que vivían con ella en Omdurman. Pero no perdía la esperanza».
Activa en las redes sociales hasta unos días antes de su muerte, Shaden usó su perfil de Facebook para condenar la guerra y animar a todos los civiles atrapados como ella en los combates. En uno de sus últimos posts escribió: “Llevamos 25 días encerrados en nuestras casas… tenemos hambre y vivimos con un miedo enorme, pero no perdemos nuestra ética y nuestros valores”.