Blog

Ad un amico

Ci siamo salutati il 7 luglio scorso, dopo una domenica trascorsa sulla Costa de la Luz, con un «arrivederci a settembre». Era la promessa e l’impegno di un nuovo appuntamento per accrescere la nostra amicizia. Ti ho visto sereno quel giorno, José Antonio, di quella serenità di fondo che penso non ti ha mai lasciato, nemmeno quando i problemi di salute o altre preoccupazioni offuscavano un po’ il tuo orizzonte. Una settimana fa, lo schianto della notizia: non c’eri più. Te n’eri andato improvvisamente, tragicamente, scivolando giù, probabilmente per un malore o la perdita dell’equilibrio, dalla rocca della tua amata città: Arcos de la Frontera.

Tu e tua moglie Maria siete stati i primi andalusi che mi avete fatto sentire a casa, al mio arrivo in questa terra; lo raccontavo in un post dello scorso anno che sono andata a rileggere… Da allora, l’amicizia è andata in crescendo. E tu, José Antonio, me la dimostravi in un modo tutto tuo: spesso, da quando sapevi del mio blog «andalucíaentapas», mi arrivavano buste con riviste e articoli sulla cucina andalusa… oppure articoli che parlavano dell’Italia e delle sue bellezze: una finezza per dirmi che apprezzavi il mio paese. Come quando, a maggio, dopo la corrida a cui mi avevi invitato con Manuel, hai voluto a tutti costi che cenassimo in un ristorante italiano. Già, la corrida: mi hai fatto partecipare a tre e te ne sono immensamente grata, perché davvero ho la sensazione di essere entrata di più nell’anima e nel sangue di questo popolo che adesso è il mio…

Quanti piccoli e grandi oggetti , in casa e in ufficio, parlano del «cariño», tuo e di Maria… Anche il cappello di paglia che mi hai dato per ripararmi dal sole nella plaza de toros; è lì, in casa, sull’attaccapanni dell’anticamera, ed ora, ogni volta che entro, il pensiero corre a te. Ti penso felice, adesso, anche se lo strappo che ti ha separato da Maria è duro, per te e per lei. Ma sopra questo dolore galleggia la tua presenza, invisibile ma reale. Sei rimasto in tutti i gesti d’amore che hai avuto verso tante persone; molti li conosciamo, ma molti di più sono quelli che ignoriamo. Tu mi hai ricordato che questo amore è la vera ricchezza, la sola che resta,  quando arriva il momento di chiudere il sipario. Forse è per questo, per questo tuo abbondare nell’amare, che ti sento vicino, e oggi è ancora più vero quanto scrivevo nel post dello scorso anno:

“I veri amici sono quelli che si scambiano reciprocamente
fiducia, sogni e pensieri, virtù, gioie e dolori;
sempre liberi di separarsi,
senza separarsi mai.”

 

“Hasta septiembre!”, fue nuestro último saludo el pasado 7 de julio, tras un domingo que habíamos pasado juntos en una playa de la Costa de la Luz. Era el compromiso de un nuevo encuentro para fortalecer nuestra amistad. En aquel día, te he visto sereno, José Antonio, una serenidad “de fondo” que nunca te ha abandonado – eso creo – tampoco cuando la enfermedad u otras preocupaciones depositaban nubes en tu horizonte. Hace una semana, la noticia, un golpe muy duro: de repente nos habías dejado, trágicamente, cayendo por  la peña mientras trabajabas, esa roca de tu querido pueblo, Arcos de la Frontera.

 

Tu, y tu mujer María: los primeros andaluces que me habéis regalado la impresión de estar “en casa”, cuando llegué a esta tierra. Así escribía yo, el pasado año, en un post que hoy he querido releer. Desde entonces, nuestra amistad ha seguido creciendo. Y tú, José Antonio, me la manifestabas de una manera que era solo tuya; muchas veces, después que te había contado de mi blog “andaluciaentapas”, me llegaban sobres con revistas y artículos de cocina andaluza… o artículos que hablaban de Italia, de sus bellezas: un toque exquisito para decirme que te gustaba mi país. Como en mayo pasado, cuando,  después de invitarme con Manuel a una corrida de toros, quisiste a toda costa invitarnos a cenar en un restaurante italiano, Ah, hablando de corrida de toros: gracias a ti, he visto tres – rejoneo incluido – no sabes cuánto te  lo agradezco.  Tengo la sensación ahora de haber entrado un poquito más en el alma, y en  la sangre de este pueblo que ahora es el mío.

Cuantos pequeños y grandes objetos, en nuestra casa y en el despacho, hablan del cariño tuyo y de María… También el sombrero que me has regalado para protegerme del sol en la plaza de toros; está allí, en el perchero de la entrada de nuestra casa…Cada vez  que abro la puerta, pienso en ti… Te imagino feliz, aunque esta  separación para  María ha sido y sigue siendo muy dura, para ella y para ti.

Pero, por encima de este gran dolor, percibo tu presencia, invisible y real al mismo tiempo. Tú te has quedado con nosotros, en cada gesto de amor que has tenido con nosotros y con muchísimas otras personas… Conocemos muchos de estos gestos, pero  son muchos más los que no conocemos. Tú me has dicho una vez más que este amor es la única y verdadera riqueza, la sola que tendremos en nuestras manos cuando llegará el momento que baje el telón.

Creo que es por eso mismo por tu ‘abundancia’ en el amar, que hoy te siento muy cercano. Ahora es más verdadera que nunca, la conclusión de mi post, de hace un año: “Los amigos verdaderos son aquellos que comparten confianza, sueños y pensamientos, virtud, alegría y dolor… siempre libres de separarse, sin separarse nunca.”

Related Posts