El otro somos nosotros

Bancos de alimentos, ¿cómo funcionan?

Ayer en los medios la noticia: «La FESBAL galardonada con el Premio Príncipe de Asturias de la Concordia». Un premio es útil, esta es mi opinión, sobre todo cuando aumenta la visibilidad, en este caso, de una iniciativa de solidaridad. Personalmente, he descubierto un mundo silencioso que atiende a miles y miles de personas.

La Federación Española de Bancos de Alimentos (FESBAL), constituida por más de 50 Bancos de Alimentos, nació en 1996 como elemento de coordinación de las actividades de los diferentes bancos de alimentos y para facilitar sus relaciones con los organismos de la Administración Central e Internacional.

Banco de alimentos, una «empresa» original

Los Bancos de Alimentos son organizaciones sin ánimo de lucro cuyo objetivo es recuperar excedentes de alimentos y redistribuirlos entre personas que los necesitan, evitando, de este modo, el despilfarro de los mismos.

La organización de un Banco de Alimentos se orienta a un funcionamiento similar al de una empresa, con distintas áreas y un equipo de dirección. Áreas de Aprovisionamiento y Transportes, Almacén, Distribución, Contabilidad, Mecenazgo, Comunicación y Dirección.

Todo esto, llevado a cabo con rigurosa profesionalidad, está presidido por un espíritu de solidaridad con los que padecen los efectos de la pobreza y así, se vive y se identifica con los destinatarios de su trabajo, sin que importe pasar por la vergüenza de tener que pedirlo todo. 

  1. Se buscan empresas que estén dispuestas a dar, de modo gratuito, los excedentes que, de otro modo, se destruirían. Toda empresa, por definición, lanza al mercado más productos que los que espera vender, asimismo, los hay que no pasan el control de calidad, por motivos ajenos a la calidad del producto, como desperfectos en los envases, etiquetado, etc. Y, sin embargo, todos ellos son perfectamente consumibles. (Además, algunas de estas empresas desean cooperar con productos según su generosidad, aunque no sean excedentes).
  2. Se aceptan las distribuciones gratuitas de excedentes alimentarios del Fondo Social de la Comunidad Europea.
  3. Se aceptan donativos de particulares, se hacen colectas de muchos tipos y se arbitran sistemas que permitan recoger lícita y gratuitamente alimentos.
  4. Se admiten subvenciones y ayudas de dinero, con las que se mantiene la estructura mínima del Banco de Alimentos: nave de almacenamiento, cámaras frigoríficas, pesas, carretillas, transportes, teléfono, etc. si bien el transporte, de ordinario, corre a cargo de la empresa que dona los productos.
  5. Se almacenan, en general por breve tiempo, los alimentos, de forma que estos puedan, ser distribuidos y consumidos dentro de plazos de consumo preferente.
  6. Se distribuyen gratuitamente a los centros de acogida necesitados, comprometiéndose los receptores a cumplir las condiciones que se les exige.
  7. Todo ello se hace con personas que prestan su capacidad profesional y su tiempo de manera absolutamente voluntaria. No se cobra bajo ningún concepto.
  8. Jamás se da comida a particulares, sólo a los centros asistenciales que estén adheridos a nosotros. 

Creo que no nos damos cuenta de que la pobreza no está tan lejo de nosotros: «Estadísticamente la pobreza en España alcanza a unos 8 millones de personas, que son aquellas que viven con ingresos inferiores al 50% de la renta «per cápita nacional. Esta tasa de pobreza supera la media de la Unión Europea, se sitúa en valores similares a los de Italia, Irlanda y Reino Unido y sólo es superada por Grecia y Portugal. No todas las personas, estadísticamente pobres, están en situación de extrema necesidad, pero viven en la antesala que dá paso a la marginación y al desarraigo social.»

Os invito a leer también las declaraciones del presidente de FEBAL, José Antonio Busto realizadas al diario EL MUNDO con motivo de las actitudes promovidas por el  alcalde de Marinaleda. Otra visión del mundo y de la sociedad, y propuestas concretas, sin demagogia.

 

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