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Hoy más que nunca, periodismo constructivo

«El mundo sigue adelante porque hay muchas cosas buenas que compensan ampliamente lo feo que los medios de comunicación van contando». Estas palabras de Stefano Zamagni, economista y profesor de la Universidad de Bolonia, que escuché en una entrevista que le hicieron a finales de agosto, fueron como una sacudida. Cuando aún vivía en Italia, tuve la ocasión de escucharle directamente asistiendo a algunas conferencias suyas; tengo que decir que, entre sus capacidades, una de las que más me sorprendió fue una manera de hablar que todos podían entender, incluso los «no expertos» en la materia: su exposición era siempre clara, lineal, incisiva y franca. Por eso, no me ha vuelto a sorprender esta frase suya, tajante y llena de verdad, sobre una cuestión que a muchos -espero que seamos muchos y espero que cada día seamos muchos más- nos preocupa: el papel y la influencia de los medios en el mundo de hoy.

El panorama no es ciertamente alentador. Pensemos, por ejemplo, en cómo nos cuentan las noticias y la manía en bombardearnos con noticias nefastas y atroces, insistiendo con precisión caprichosa en detalles turbios e inconvenientes, como si las noticias que necesitásemos fueran solo las crueles, violentas o sangrientas, mientras que las buenas historias se reducen a ñoñeces como la de que “alguien salvó un gato que había trepado a un árbol».

Nos desayunamos a diario noticias sobre corrupción, fraudes, traiciones, fracasos varios y perversiones de parte de la humanidad.  Es innegable que cierto tipo de cobertura mediática, crítica y veraz, ha desencadenado revoluciones y ayudado a derrocar regímenes. Sin embargo, en lo que respecta a hoy, varios estudios sugieren que las noticias «negativamente polarizadas» llevan a los lectores a vivir una sensación de inseguridad y apatía y crean ansiedad y preocupación en lugar de estimularlos hacia actitudes responsables, que ayudarían a hacer de ellos ciudadanos globales, solidarios y correctamente informados.

Afortunadamente, tanto entre los profesionales de la información como entre los lectores está surgiendo la conciencia de cómo cierto periodismo que se decanta de un modo preocupante y excesivo por la dramatización y la espectacularización de la realidad no construye. Esta conciencia viene acompañada de la necesidad y de la demanda de nuevas formas de generar información.

Es esta la exigencia que subyace en el periodismo constructivo del que ya he hablado en este espacio en varias ocasiones y que he querido rotular, como si fuera un lema, en la página de inicio de Mujeremprendedora, para que nos recuerde siempre una forma diferente y viable de hacer un buen periodismo sin renunciar a ser críticos frente a los problemas.

Por lo tanto, no solo un periodismo que dé cobertura a las «buenas noticias», ¡también!, sino más bien una nueva actitud proactiva en la forma de escribir artículos, ofreciendo matices, hechos y perspectivas más orientados a las soluciones.

A principios de agosto, de paso por Madrid, tuve la oportunidad de hablar con una mujer que tiene una posición institucional importante y es partidaria del periodismo constructivo; uno de los argumentos fue la presencia de mujeres en el mundo empresarial, las dificultades para romper el techo de cristal… Coincidimos en reconocer que el camino aún es largo, pero ella estaba muy feliz de saber que en Mujeremprendedora intentamos cada día seguir el ritmo de los innumerables ejemplos de mujeres emprendedoras de todo tipo, orden y grado, que demuestran el avance imparable de la paridad, de la cultura del talento más allá del género.

Continuaremos dando visibilidad a este universo en expansión: es el compromiso que asumo al comienzo de este «nuevo curso», gracias a una redacción fabulosa que me acompaña y a la que agradezco su dedicación a Mujeremprendedora.

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