La opinión de...

«La inclusión laboral de las mujeres víctimas de violencia, una carrera de largo recorrido»

por Carmen Giménez, atleta paralímpica y embajadora de la Fundación Adecco

Soy Carmen Giménez y tengo discapacidad como consecuencia de una agresión machista que sufrí en el año 2010. Quien fuera mi pareja por aquel entonces me tiró por la terraza. Yo tenía 29 años, toda la vida por delante y una carrera profesional prometedora, pero no entendía nada de lo que me estaba pasando. Es algo que no debería suceder a ninguna mujer, pero que lamentablemente sucede. Por ese motivo, es necesario hablar de ello en una fecha señalada como es el 25 de noviembre, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres.

En aquel momento tenía mi trabajo en una multinacional, pero después de esta situación mi vida cambió mucho. Actualmente soy campeona de España de atletismo adaptado en las categorías 800, 1500 y 5000 metros, soy madre y defiendo el deporte adaptado como medio para la inclusión.

Estos doce años han dado para mucho, para momentos felices y otros amargos. Doce años vividos, al fin y al cabo. Repito, 12 años vividos. Y es que muchas mujeres ni siquiera han tenido esa oportunidad. Mi lesión medular y lo que viví en aquel momento es inaceptable en una sociedad democrática y avanzada como la que aspiramos para nuestro país. Discapacidad, muerte, depresión, miedo, exclusión… Son las señales que deja la violencia de género sobre una sociedad que aspira a la libertad y democracia plena. De esta manera, reducir y acabar con la violencia no es una tarea que solo deba preocupar a las mujeres víctimas, a sus familias o a las asociaciones, sino a toda la sociedad.

Tras la agresión y la lesión medular que sufrí decidí rehacer mi vida y cumplir uno de mis sueños, ser madre. Tengo tres hijos, aunque uno de ellos, Bruno, murió a las horas de nacer y me inspiró para iniciarme en el atletismo adaptado. Ahora corro por y para él, con el propósito de visibilizar el atletismo adaptado y fomentar un deporte y una sociedad más inclusiva. Junto a mi entrenador y amigos del club creamos la iniciativa #RunForYou.

Aunque cada día compruebo cómo la sociedad ha ido cambiando desde entonces y está cada vez más concienciada sobre la violencia de género, soy consciente de que avanzar en esta “pista” implica un mayor esfuerzo. Por ello, estoy trabajando con la Fundación Adecco como embajadora para generar diálogo social y conciencia sobre lo que sucede en miles de hogares de todo el mundo.

Solo aportar un par de datos. El estudio ‘La percepción social de la violencia de género’ de la Delegación del Gobierno para la Violencia de Género asegura que el 92% de las personas entrevistadas la consideran “inaceptable”. Una concienciación que ha trascendido el ámbito privado para convertirse en una cuestión social. A todos los niveles. Gracias, entre otras cosas, a la difusión mediática se ha podido ir construyendo una base sobre la que fijar los instrumentos judiciales y asistenciales necesarios para hacer frente a esta lacra, empezando por el impulso necesario para que las víctimas den la voz de alarma y encuentren una salida a su situación.

No en vano, la OMS estima que casi un 30% de las mujeres en el mundo ha sufrido violencia física y/o sexual por su pareja o violencia sexual por alguien que no sea su pareja o ambas. Las estimaciones sobre la prevalencia de la violencia de pareja sufrida a lo largo de la vida en Europa se sitúan ya en torno al 25%. Una de cada cuatro mujeres. La concienciación debe calar en todos los estratos de la sociedad para acabar con las creencias estereotipadas a las que se enfrentan las mujeres víctimas de violencia en todos los aspectos de su vida, también a la hora de encontrar un puesto de trabajo, tabla de salvación en muchos de los casos.

Con ocasión de la celebración del Día Internacional contra la Violencia de Género el 25 de noviembre, la Fundación Adecco publica su décimo informe Violencia de género y empleo. En él se demuestra que aún queda mucho por hacer para lograr la plena inclusión: dos de cada tres mujeres víctimas entrevistadas para la elaboración del mismo cree que siguen existiendo prejuicios en las empresas a la hora de contratarlas. Se sigue achacando bajo rendimiento por cuestiones de inseguridad o un mayor absentismo.

Nada más lejos de la realidad. Las situaciones de violencia no están ocasionadas por la forma de ser de la víctima, sino por el comportamiento de la persona que agrede. Las mujeres víctimas somos conscientes de que tener un empleo nos brinda una oportunidad que no se puede desperdiciar. Si se nos deben “achacar” determinados prejuicios, deberían ser compromiso y responsabilidad. Fortalezas que, sí o sí, trasladamos a nuestra carrera profesional.

Por tanto, es labor de todos los agentes sociales fomentar espacios laborales seguros para posicionar el empleo como elemento clave para que las mujeres víctimas de violencia puedan, podamos, salir adelante. La concienciación ha sido el primer impulso, ahora debemos seguir avanzando por la inclusión. Para ello, el empleo sigue posicionado como uno de los aliados más potentes para construir una vida independiente. Solo así podremos seguir alcanzando metas y dejando atrás los prejuicios. Solo así podremos seguir viviendo.

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