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«Violencia, mujer y vida»

por Natalia Fdez. LaviadaSubdirectora general de Fraternidad Muprespa

Cada 25 de noviembre las mujeres, y con ellas el conjunto de la sociedad, centran su atención en el día internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, reclamando serias políticas en todos los países para su erradicación.

El noble fin que persigue este día es tan sencillamente elemental que parece innecesario tener que reivindicar el fin de algo así de bárbaro. Pero, en mi opinión, no se llega a ese nivel de maltrato sin haber cruzado antes otros muchos puentes de machismo y desigualdad, individual o colectivamente.

La ONU propuso en 1995 la definición de violencia de género que ha terminado siendo la más aceptada, al calificarla como “todo acto de violencia sexista que tiene como resultado posible o real un daño físico, sexual o psíquico, incluidas las amenazas, la coerción o la privación arbitraria de libertad, ya sea que ocurra en la vida pública o en la privada”.

Imposible que la memoria no nos traiga imágenes y testimonios de sobra conocidos de víctimas de esa violencia que en 2022, arroja nuevos datos vergonzantes: 38 mujeres asesinadas. 1.171 desde 2003.

A miles de kilómetros, a años luz de las violencias en las que se centra la jornada del 25N, de la violencia física, el maltrato verbal, el acoso sexual, los feminicidios… la sociedad también necesita erradicar la falta de visibilidad de las mujeres, incluso en ámbitos que ha monopolizado históricamente.

Sirvan de ejemplo la costura o la cocina: cuando el desempeño de estas actividades lleva aparejado el desarrollo en un ámbito empresarial, se suele mantener a la mujer en el papel de “creadora” pero se la relega del de “emprendedora”, “gestora” o “empresaria directiva”.

Tenemos claro que tradicionalmente la mujer se ha ocupado del cuidado del hogar, léase fogones y costura, sin embargo, curiosamente el reconocimiento profesional está protagonizado una vez más… por hombres.

Por ejemplo, ellas crearon todos los métodos de cocción y cocinado pero hasta el siglo XIX no aparecen en algunos libros de recetas.

Hablando de fogones, de entre los 100 grandes chefs del mundo en 2022 incluidos en ‘The best chef awards 2022’, elegidos por votación entre los propios profesionales, hay solo 17 mujeres. En la guía Michelin España 2022 hay 228 restaurantes con estrella. Tan solo 24 de estos restaurantes tienen cocinera.

Y hablando de moda, una revista británica especializada en colaboración con el Consejo de Diseñadores de Moda Americana (CFDA) y la consultora McKinsey, elaboró un estudio en 2018 que desveló que solo el 14% de las grandes firmas de moda están bajo la dirección de una  mujer.

El rol de la mujer sigue siendo el de consumir y producir, pero la toma de decisiones y el diseño están en manos del hombre. Resulta curioso que el 80% de las personas que estudian moda sean mujeres, pero son ellos los que lideran esta industria. El 70% de los profesionales son mujeres ocupando puestos poco visibles: patronistas, bordadoras, costureras, estilistas y modelos, según la periodista de moda Leticia García, autora del libro “Batallón de Modistillas, las mujeres olvidadas que construyeron la moda”.

Chanel fue rival de Paul Piret, quién decía que vestía a las mujeres como “pequeñas telegrafistas mal alimentadas” y de manera despectiva se dirigía a ella como “la pequeña costurera”. No solo los despachos, gerencias y presidencias están dominados por los hombres, parece que la gran creatividad también, perfilándose hasta en el lenguaje, porque hay matices entre “cocinera y chef” y “modista y diseñador”.

Se dan pasos para que las mujeres tengan las mismas oportunidades que los hombres, levanten sus propias marcas y ocupen puestos creativos y altos cargos, será cuestión de resiliencia y tenacidad… pero sobre todo, un día tan significado como hoy, de no morir en el intento.

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