por Carmen Quintanilla, presidenta nacional de AFAMMER, con motivo del día internacional de la mujer rural
Cada 15 de octubre las mujeres rurales se convierten en las protagonistas de la agenda social, y tenemos que felicitarnos por ello porque hace menos de 30 años esto era impensable.
AFAMMER durante sus más de 40 años de vida ha estado presente en momentos trascendentales para la vida de las mujeres rurales. Estuvimos en la IV Conferencia Mundial de la Mujer de Beijing, donde conseguimos que por primera vez la mujer rural contara con un día internacional para que su voz fuera escuchada.
Ser mujer rural significa ser la raíz y el sustento de nuestros pueblos, pero han pasado 28 años desde que se celebrara la Conferencia de Beijing, y observamos como nuestros pueblos pierden habitantes de forma paulatina. Y como 2 de cada 3 personas que se marchan del campo a la ciudad son mujeres.
Mujeres que se marchan del pueblo que las ha visto nacer para intentar tener un futuro. Que no tienen el liderazgo ni el lugar que por justicia les corresponde.
Este 15 de octubre por tanto tenemos mucho que celebrar pero también que reivindicar, pues todavía nos queda un largo camino por recorrer para alcanzar la igualdad real de oportunidades: el gran reto con el que nació AFAMMER y por el que luchamos día a día.
Por un lado, tenemos a la generación de mujeres rurales jóvenes mejor formada de la historia, y esto se lo debemos en gran medida a las abuelas y madres que se han sacrificado y han inculcado a sus hijas y nietas la importancia de formarse.
Así mismo, son ellas las que crean más de la mitad del empleo autónomo en España y apuestan en la mayoría de los casos por emprender en productos y servicios carentes en su entorno.
Pero en la otra cara de la moneda, vemos como España es el segundo país europeo con la mayor tasa de desempleo femenino rural, y se debe en gran medida a la falta de conciliación y corresponsabilidad que a día de hoy sigue siendo una utopía en las zonas rurales.
Las mujeres rurales siguen siendo las grandes cuidadoras y 3 de cada 10 personas que reside en entornos rurales considera que la mujer debe abandonar su puesto de trabajo cuando es madre.
Hoy tenemos que aprovechar que los ojos del mundo están sobre nosotras para pedir más formación para el empleo y el autoempleo y las infraestructuras y servicios necesarios que hagan posible la conciliación.
En el medio rural tenemos grandes retos como es asegurar el relevo generacional de las explotaciones agrícolas y ganaderas, y este relevo tiene que hacerse en femenino.
Como también lo es dar a la mujer el lugar que por justicia le corresponde en la toma de decisiones en la vida social y económica de nuestros municipios. Su presencia en las cooperativas va aumentando, pero su liderazgo en los consejos rectores aún es muy escaso y prácticamente inexistente en las organizaciones agrarias.
Y por supuesto debemos tener en cuenta a nuestras mujeres rurales mayores, que sufren en mayor medida el problema de la soledad no deseada, y de romper el silencio de las víctimas que sufren violencia en entornos rurales.
Tiendo mi mano, y la de las más de 195.000 mujeres que forman parte de AFAMMER y os deseo a todas un feliz día de la mujer rural.