#womenagainstfeminism – Toda nueva ola de tendencia, ya se sabe, cabalga sobre las redes sociales; la última (por así decirlo, porque mientras lo decimos se ha hecho ya vieja, adelantada por la sucesiva) es la de los selfie de las chicas «contra» el histórico movimiento feminista. Es una verdadera protesta de mujeres jóvenes que se definen como anti-feministas y explican sus razones en un selfie.
Por supuesto, han sido inmediatas las reacciones, especialmente de aquellas que han hecho de las reivindicaciones feministas la lucha de sus vidas y ven en estas protestas mucha ingratitud y una buena dosis de ignorancia sobre la historia de los logros de las mujeres, en estas nuevas generaciones.
En los medios de comunicación, al menos en Italia y en otros países, la nueva tendencia ha vuelto a poner sobre la mesa el debate en torno a una pregunta básica: ¿sigue siendo necesario el feminismo?
Entre tantas voces – controvertidas, ruidosas, provocativas, enojadas, etc., emergen consideraciones razonadas y razonables, abiertas y orientadas al futuro, que me parece, merecen que se les preste atención y pueden aportar claridad y sugerencias.
Estoy de acuerdo con quienes sostienen la necesidad y la importancia absoluta del feminismo porque la discriminación no ha terminado; y no sólo porque todavía estamos lejos de la igualdad de oportunidades en los negocios y en la política. Si elevamos nuestros ojos más allá de nuestro mundo occidental, nos encontramos con un universo femenino roto y pisoteado a la espera de una salida. Y si nos fijamos en nuestro país-ciudad-barrio, son, por desgracia, de crónica diaria los asesinatos y la violencia por razones de género.
Luchar contra todo esto es un imperativo y la historia demuestra que las batallas importantes se ganaron gracias a un esfuerzo colectivo; tal vez las chicas del selfie no saben o se olvidan que logros como que las mujeres voten o el acceso a los cargos públicos son el resultado de las luchas del movimiento de las mujeres. Un movimiento que, yo creo, tiene que avanzar, no tanto y no sólo pidiendo la igualdad de los números y de las cuotas, sino creando una cultura que deje espacio a la Mujer, y ponga de relieve su papel en la sociedad, distinto del de hombre, pero de igual dignidad y respeto.
Por otra parte confiar a un selfie y a un cartel un mensaje puede ser superficial, en primer lugar, más aún si se reduce a un eslogan; y en segundo lugar, no se puede limitarse a ver en el feminismo sólo una lucha misándrica, contra la violencia machista.
Sin embargo, de la protesta de estas chicas, se puede entresacar algunas señales: que las luchas feministas a la vieja usanza no son actuales, por ejemplo. ¿No es verdad que ciertas posiciones feministas resultan agresivas? Decir «el cuerpo es mío y lo gestiono yo» puede ser para algunas una afirmación de libertad, pero es también un eslogan (y una manera de pensar) que impide una dinámica de relación con los demás. Quizás las #womenagainstfeminism se están expresando contra una rigidez de comportamiento, tal vez están rechazando un modelo único y a la fuerza “justo” que no quieren imitar. Tal vez están pidiendo menos ideología y otros modelos. Modelos positivos. Y en esto no puedo quitarles la razón.
¿Sirve entonces todavía el feminismo? Creo que sí, pero si tiene el valor de sacudirse de encima un poco de parcialidad, un poco de “en contra» y asume un buen montón de «pro», primero el del diálogo, la apertura a una variedad de posiciones y perspectivas también en el femenino. De lo contrario, haremos la guerra entre las mujeres, y sí, esto sería un notable paso hacia atrás.
En Mujeremprendedora n. 162, septiembre 2014
www.mujeremprendedora.net @M_Emprendedora