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Es tiempo de lo femenino

En este número de Mujeremprendedora, muchos artículos recogen reflexiones, análisis, experiencias, sugerencias de mujeres que están viviendo la emergencia provocada por el coronavirus en sus ámbitos laborales. Agradezco a todas y a cada una por confiar en nuestro medio y ayudarnos, también de esta forma, a tejer una red solidaria entre las emprendedoras en estos momentos que requieren cercanía y empatía.

Estamos viviendo una situación que mi generación nunca ha conocido, y mucho menos las generaciones de los más jóvenes. Algo inédito que nos toca en la piel, sin distinciones, porque la salud no se compra, y estamos pendientes de la evolución de una pandemia que ha provocado un frenazo doloroso en nuestra vida personal, laboral, social.

Algo doloroso, sí, y por eso me duele cada día más el lenguaje de los telediarios: “récord de muertes” como si se tratase de una carrera en la que un país gana al otro, “contagios” como si fueran objetos en lugar de “personas contagiadas”… Pero aún más desviante y peligroso es el lenguaje bélico con el que se está tratando esta emergencia. La metáfora de la guerra, el tiempo del odio por excelencia – utilizada también en al ámbito económico, pensamos en la “guerra de los aranceles”- es un reflejo de la peligrosa dicotomía amigo-enemigo imperante hoy en lo político. Considerar esta pandemia una guerra es aún más peligroso, porque, dándole este marco, resultan legítimas derivas autoritarias; y tenemos ejemplos o señales en esta dirección, también en consolidadas democracias.

Lo que estamos viviendo es una pandemia, es decir, “un peligro global, una tragedia colectiva, una emergencia difícil”, como lo ha definido en sus intervenciones un jefe de estado europeo.  “Una tempestad que desenmascara nuestras falsas seguridades”, como ha dicho el Papa Francisco.

No es una guerra porque las guerras se libran con el objetivo de defender y preservar el propio estilo de vida. En cambio, esta emergencia nos pide que no solo planteemos cambios sustanciales, sino que reexaminemos por completo nuestra jerarquía de valores y nuestra forma de pensar.

No podremos volver a la “normalidad” y estar exactamente como estábamos, porque estas semanas de suspensión e incertidumbre nos habrán cambiado de todos modos. Aunque queramos dejarlos atrás lo antes posible, nadie podrá fingir que todo esto nunca pasó.

Por esta razón, es esencial definir nuestras nuevas prioridades de ahora en adelante y elegir la dirección en la que ir cuando sea posible recomenzar de nuevo. Tomémonos el tiempo necesario para reflexionar sobre lo que estamos experimentando y luego apliquemos nuestras conclusiones en el día a día de nuestra existencia.

¿No es la dedicación, el sentido de responsabilidad de los médicos, enfermeros y de todos aquellos que aseguran los servicios esenciales para el país lo que nos está dando fuerza?

¿No son los gestos de compartir, de empatía, de atención al otro? ¿De dónde surgen las iniciativas con las que algunas empresas se reinventan, si no es de las necesidades de ayuda en esta emergencia? Sin mencionar el espíritu de resiliencia de aquellos que luchan por mantener los puestos de trabajos de las personas de las que son responsables.

Dedicacaciónción, empatía, intuición, resiliencia… calidades típicas de lo “femenino” que pertenece a mujeres y hombres, sin distinción, como muchas veces hemos puesto en relieve en las entrevistas y artículos que os proponemos en Mujeremprendedora.

Cualidades que pueden generar nuevas dinámicas en los distintos niveles del tejido social y laboral; perspectivas que nos dejan ver la luz al final del túnel.

Por todo eso, es tiempo de lo femenino.

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