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Quizás soy una innata optimista…

La más longeva premio Nobel de la historia, Rita Levi Montalcini, cumplió el 22 de abril 103 años “sin grandes festejos” – según sus asesores – “pero con un pequeño brindis y un pedazo de tarta”. Todo el mundo la conoce, solo para “repasar” hay una biografía a este enlace: http://www.biografiasyvidas.com/biografia/l/levi_montalcini.htm
Quizás… os gustarán cuatro, cinco frase de esta científica:

«Todos dicen que el cerebro es el órgano más complejo del cuerpo humano; como médico podría incluso estar de acuerdo. Pero, como mujer, te aseguro que no hay nada más complejo que el corazón, (pues) aún no sabemos sus mecanismos. En los razonamientos del cerebro existe lógica, en los del corazón se encuentran las emociones».

«Hay una dificultad en darse cuenta que nuestro comportamiento es muy complejo. El cerebro se compone de muchos elementos. Y existe una dificultad en ver en cada desastre la posibilidad de un retroceso. Quizás soy una innata optimista pero pienso que siempre hay algo que nos salva«.

«El futuro del planeta depende la posibilidad de dar a todas las mujeres el acceso a la instrucción y al liderazgo. A las mujeres les es dada, de hecho, la tarea más difícil y ardua, pero (a la vez) la más constructiva: inventar y mantener la paz«.

«El cerebro límbico, el hemisferio derecho, no ha tenido un desarrollo somático ni funcional. Y, desgraciadamente, todavía hoy predomina sobre el otro. Todo lo que pasa en las grandes tragedias se debe al hecho de que este cerebro arcaico domina al de la verdadera razón. Por eso debemos estar alerta. Hoy puede ser el fin de la humanidad. En todas las grandes tragedias se camufla la inteligencia y el razonamiento con ese instinto de bajo nivel. Los regímenes totalitarios de Mussolini, Hitler y Stalin convencieron a las poblaciones con ese raciocinio, que es puro instinto y surge en el origen de la vida de los vertebrados, pero que no tiene que ver con el razonamiento».

«La única forma es seguir pensando, desinteresarse de uno mismo y ser indiferente a la muerte, porque la muerte no nos golpea a nosotros sino a nuestro cuerpo, y los mensajes que uno deja persisten. Cuando muera, solo morirá mi pequeñísimo cuerpo.»

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