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Zapatos rojos, más allá del símbolo

Decenas, cientos de zapatos rojos de mujer dispuestos ordenadamente a lo largo de un recorrido urbano, como una procesión de dolor. Una marcha de mujeres ausentes que quiere dar forma y voz al sufrimiento que esta ausencia -de esposas, de madres, de  hermanas, de  hijas…- provoca en los familiares y en la sociedad. Cada par de zapatos, recogidos a través de la puesta en marcha de una red de solidaridad en un específico contexto cultural y territorial, representa una mujer y la huella de una violencia ejecutada.

“Zapatos Rojos” es un proyecto de arte público de la artista mexicana Elina Chauvet que nació en Ciudad Juárez, la ciudad fronteriza del norte de México, donde, desde 1993, cientos de mujeres han sido secuestradas, violadas y asesinadas. Inicialmente se trataba de unas pocas docenas de chicas y después se han multiplicado hasta alcanzar una cifra indefinida y tenida muy poco en cuenta por las autoridades.

En Juárez se mata a las mujeres porque se puede hacer. No hay  impunidad, y hay una cultura que no logra educar e inculcar respeto por las mujeres. El Estado es como si no existiera y los cárteles  del narcotráfico viven en un estado de guerra por el control del tráfico de drogas y de seres humanos.

En Juárez se utilizó por primera vez el término feminicidio. Y es ahí donde el 20 de agosto de 2009, “Zapatos Rojos” cobró vida con una instalación de arte público con 33 pares de zapatos.

“Zapatos Rojos” es un llamamiento a todos los ciudadanos para que expresen su solidaridad con las mujeres de todo el mundo que han sufrido violencia, por las mujeres asesinadas o secuestradas y de las cuales se ha perdido todo rastro. Una manera de denunciar y gritar al mundo el horror que el feminicidio cumple casi a diario y para transmitir la fuerza de voluntad para denunciar y así renacer. Un proyecto que ha cruzado las fronteras de México para multiplicarse en muchos países, también en el nuestro, en diferentes ciudades.

Casi todos los días nos llega una noticia de la violencia contra las mujeres, a menudo, lamentablemente, con una conclusión trágica. Son cifras alarmantes que requieren una respuesta de toda la sociedad. Desde la ventana de Mujeremprendedora hemos querido asomarnos de puntillas al  mundo de las mujeres que han sufrido violencia, aquí en nuestro país, para ver las opciones que se les ofrecen para comenzar una nueva vida, sobre todo desde el mundo laboral. Son pocas pinceladas, aunque nos parecen que dejan entrever una pequeña luz al final del túnel.

Como cada año, el 25 de noviembre será la fecha que identifica la lucha contra la violencia a las mujeres. Un día para  tomar conciencia de que son miles, tal vez millones de mujeres en el mundo, las que sufren violencia o se encuentran en una situación peligrosa y que, aun cuando objetivamente se ha avanzado en la sensibilización y en la conciencia colectiva, todavía hay mucho, mucho por hacer.

Leía recientemente en  un informe: “Vivimos en una sociedad que enseña a las mujeres a defenderse de la violación, en lugar de enseñar a los hombres a no violar a las mujeres”. Incisiva observación que, sin embargo, en última instancia, es una invitación a profundizar a fondo en este fenómeno terrible y combatirlo, porque la lucha contra la violencia a las mujeres tiene que ver con el estilo de vida en el que creemos y que aplicamos en nuestra vida diaria, inseparable del respeto y del amor. Es desde esta perspectiva desde la que debemos comenzar nuestra batalla.

 

En Mujeremprendedora n. 175, noviembre 2015

 

 

 

 

(foto de portada by Anna Maria Cherubini en el blog de Elina Chauvet)

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